sábado, 10 de diciembre de 2011

La señora María es inmortal


Cuando yo tenía diez años, la señora María ya era vieja. Entonces recorría las calles del barrio con la permanente recién hecha en su pelo gris plata, y se paraba a hablar con todas las vecinas, exactamente lo mismo que ahora. Vendiendo ropa y cosméticos y haciendo composturas a precios populares, igual que ahora. Yo le echaba 70 años, aunque la última vez que la vi, hace sólo unos meses, tenía idéntica apariencia que en 1987. Y, si mis cálculos no me fallan, los 95 los cumple el año que viene. Maravillas de la naturaleza de algunas mujeres cuya energía les hacen mantenerse tan activas como a los veinte. Porque la señora María siempre está en la calle, de un lado para otro, haga sol, llueva o nieve. Y me consta que no lo hace por necesidad, que dinero no le falta. Lo hace porque si no se moriría de pena, que me lo ha dicho. Hace años me parecía una abuelita entrañable aunque, ya de adulta, he mantenido con ella algunas conversaciones sobre política un tanto agrias en las que me he limitado a callarme, cuando no, a darle la razón. Pero ¿qué se le puede pedir a una persona que nació en los albores del siglo XX? ¿Que se adapte a los nuevos tiempos? ¿Que aprenda a usar Internet? ¿Que apoye el matrimonio homosexual? No merece la pena. Por eso la señora María es, además de inmortal, facha. Muy facha. Eso y su peinado "arriba España" no lo vamos a cambiar nadie, ni falta que le hace a ella para seguir haciendo lo que más le gusta: vender ropa a las clientas de toda la vida, cuchichear por las esquinas - que si fulanito se ha divorciado de menganita, "fíjate, y dicen que tiene una querida"- y, sobre todo, no parar quieta. Lo mismo que la Felipa, dueña de la librería de mismo nombre que antiguamente estaba en la calle Libreros de Madrid y que acabo de descubrir que ha cambiado de dirección. A aquella mujer pequeñita, enjuta y con bigote -sí, con bigote- yo la conocí viejísima, pero lo mejor de todo es que mi padre solía decir que cuando él estudiaba, la señora Felipa ya era vieja.

1 comentario:

  1. Personas como María y Felipa deberían ser modelos a seguir por todas las mujeres... De esa edad y de cualquier otra. Yo de mayor quiero ser como ellas, espero acordarme gracias a Madame Blanche.

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